Alonso Quesada-seudónimo de Rafael Romero-nació en la ciudad de Las Palmas en 1885. Murió en la misma ciudad, el año 1925.
Alonso Quesada es el más trágico poeta de Gran Canaria. Era de rostro anguloso y macerado, como su vida y sus versos. El lino de los sueños, prologado por Miguel Unamuno, es el remanso de su pensar. El protagonista escribe: “Allí en la Gran Canaria, en aquella isla conocí toda la fuerza de la voz del aislamiento, y no fue Alonso Quesada quien menos me ayudó a que llegase a conocerla”[1]
Alonso Quesada es la encarnación del hombre de isla. Reconcentrado en sí mismo, devana el hilo de sus melancolías sobre la peña desnuda que se agrieta bajo la garra dorada del sol. Alonso Quesada siente la disnea lírica de las montañas agresivas, que se yerguen como túmulos, de las hondonadas volcánicas que se abren como necrópolis, del espumoso dogal infinito del mar milenario. Soledad de isla que ahoga, infinitud de mar que abruma. ¡Lírica disnea de isla! que con tanta sequedad y hondura supo cantar este caballero de la melancolía, “profeso caballero de la noche”. El mar en Alonso Quesada es sollozo y angustia, silencio y quietud milenaria. El mar en Alonso Quesada tiene un sentido trágico. No es el mar jocundo y luminoso de Morales. Se acerca un poco al mar desgarrado de Saulo Torón. Dogal y eternidad. Alonso Quesada es poeta hondo y fuerte, reconcentrado y metafísico como Antonio Machado. Algunas veces es más hondo que Machado, aunque menos musical que éste, pues Machado no puede negar del todo su entronque andaluz. En las rocas de las Nieves poesía de la parte del libro Situaciones líricas Romero canta:
Este mar se ha dormido hace cien años…¡Mira
que dentro de las rocas hay un encanto hecho!...
Un anillo…una flecha…¡una palabra acaso!
hará surgir la ansiada princesa de Darío…
“¡que estaba triste de esperar!”
Y en Canto a Jesús de Nazareth torna a surgir este mar hondo de Quesada:
El silencio en el mar es muy lejano…
y la quietud azul con oro y rosa
allá…por nuestra alma; que ha llegado
al Infinito en este instante puro…
El horizonte es nuestro anhelo amado
que el alma entera ha recogido, dulce,
la limosna del sol… ¡Ah, cuántos años
frente al mar!... Como ayer, hoy es lo mismo:
el alma que se aleja y se detiene
para contribuir en el ocaso…
[1] Prólogo firmado por Unamuno en Salamanca en enero de 1915; comprende desde la p.IX a la XVII del Lino de los Sueños. Para las relaciones de Unamuno y Rafael Romero véase el libro de Sebastián de la Nuñez sobre Unamuno en Canarias, ed. Universidad de La Laguna, 1964, pp.83-120.
Alonso Quesada es el más trágico poeta de Gran Canaria. Era de rostro anguloso y macerado, como su vida y sus versos. El lino de los sueños, prologado por Miguel Unamuno, es el remanso de su pensar. El protagonista escribe: “Allí en la Gran Canaria, en aquella isla conocí toda la fuerza de la voz del aislamiento, y no fue Alonso Quesada quien menos me ayudó a que llegase a conocerla”[1]
Alonso Quesada es la encarnación del hombre de isla. Reconcentrado en sí mismo, devana el hilo de sus melancolías sobre la peña desnuda que se agrieta bajo la garra dorada del sol. Alonso Quesada siente la disnea lírica de las montañas agresivas, que se yerguen como túmulos, de las hondonadas volcánicas que se abren como necrópolis, del espumoso dogal infinito del mar milenario. Soledad de isla que ahoga, infinitud de mar que abruma. ¡Lírica disnea de isla! que con tanta sequedad y hondura supo cantar este caballero de la melancolía, “profeso caballero de la noche”. El mar en Alonso Quesada es sollozo y angustia, silencio y quietud milenaria. El mar en Alonso Quesada tiene un sentido trágico. No es el mar jocundo y luminoso de Morales. Se acerca un poco al mar desgarrado de Saulo Torón. Dogal y eternidad. Alonso Quesada es poeta hondo y fuerte, reconcentrado y metafísico como Antonio Machado. Algunas veces es más hondo que Machado, aunque menos musical que éste, pues Machado no puede negar del todo su entronque andaluz. En las rocas de las Nieves poesía de la parte del libro Situaciones líricas Romero canta:
Este mar se ha dormido hace cien años…¡Mira
que dentro de las rocas hay un encanto hecho!...
Un anillo…una flecha…¡una palabra acaso!
hará surgir la ansiada princesa de Darío…
“¡que estaba triste de esperar!”
Y en Canto a Jesús de Nazareth torna a surgir este mar hondo de Quesada:
El silencio en el mar es muy lejano…
y la quietud azul con oro y rosa
allá…por nuestra alma; que ha llegado
al Infinito en este instante puro…
El horizonte es nuestro anhelo amado
que el alma entera ha recogido, dulce,
la limosna del sol… ¡Ah, cuántos años
frente al mar!... Como ayer, hoy es lo mismo:
el alma que se aleja y se detiene
para contribuir en el ocaso…
[1] Prólogo firmado por Unamuno en Salamanca en enero de 1915; comprende desde la p.IX a la XVII del Lino de los Sueños. Para las relaciones de Unamuno y Rafael Romero véase el libro de Sebastián de la Nuñez sobre Unamuno en Canarias, ed. Universidad de La Laguna, 1964, pp.83-120.
Padrón Acosta, Sebastián. Poetas canarios de los siglos XIX y XX;
edición, prólogo y notas por Sebastián de la Nuez (1966). pp: 365-366.
Este mar se ha dormido hace cien años...
ResponderEliminarGracias por el interesante tema e idea
ResponderEliminarMe ofreciste un libro
ResponderEliminarque aún espero
te llamé, pero nunca lo cogiste
a lo mejor no era tu número
a lo mejor me lo inventé todo.
Te ví por la calle pero estabas lejos
o yo,
estaba borracho
y corría a casa
tropezándome con todo
a vomitarme, a aburrirme
a buscar un libro
de poesía del mar.