"Yo argumentaría que cualquier esfuerzo por darle un contenido universal o específico a la categoría de las mujeres, presumiendo que esa garantía de solidaridad se requiera por anticipado, necesariamente producirá faccionalización, y esa “identidad” como punto de partida nunca se podrá sostener como la base solidificadora de un movimiento político feminista. Las categorías de identidad no son nunca meramente descriptivas, sino siempre normativas, y como tales son excluyentes. Esto no quiere decir que el término “mujeres” no debe ser utilizado, o que deberíamos anunciar la muerte de la categoría. Por el contrario, si el feminismo presupone que “mujeres” designa un indesignable campo de diferencias, que no puede ser totalizado o resumido por una categoría descriptiva de identidad, entonces el término mismo se convierte en un sitio de apertura y resignificabilidad permanente. Yo argumentaría que las divisiones entre las mujeres acerca del contenido del término deberían ser salvaguardadas y apreciadas, e incluso que estas constantes divisiones deben ser afirmadas como las bases sin base de la teoría feminista. Deconstruir el sujeto del feminismo no es, entonces, censurar su utilización sino, por el contrario, dejar al término libre en un futuro de múltiples significaciones, emanciparlo de las ontologías raciales o maternales a las que ha sido restringido, y darle juego como un sitio donde puedan ver la luz significados aún no previstos.
Paradójicamente, puede ser que sólo liberando a la categoría de mujeres de un referente fijo es que algo como la “agencia” se hace posible. Porque si el término permite una resignificación, si su referente no está fijo, entonces las posibilidades de nuevas configuraciones del término se hacen posibles. En cierto sentido, lo que las mujeres significan se ha dado por hecho durante demasiado tiempo, y lo que ha sido fijado como el “referente” del término ha sido “fijado”, normalizado, inmovilizado y paralizado en posiciones de subordinación. En efecto, lo significado ha sido mezclado con lo referente, y de ahí que un conjunto de significados hayan sido tomados como inherentes en la naturaleza real de las mujeres mismas. Reconfigurar el referente como lo significado, y autorizar o salvaguardar la categoría de las mujeres como un sitio de posibles resignificaciones, es expandir las posibilidades de lo que significa ser mujer, y en este sentido condicionar y posibilitar un sentido de agencia más amplio."
Paradójicamente, puede ser que sólo liberando a la categoría de mujeres de un referente fijo es que algo como la “agencia” se hace posible. Porque si el término permite una resignificación, si su referente no está fijo, entonces las posibilidades de nuevas configuraciones del término se hacen posibles. En cierto sentido, lo que las mujeres significan se ha dado por hecho durante demasiado tiempo, y lo que ha sido fijado como el “referente” del término ha sido “fijado”, normalizado, inmovilizado y paralizado en posiciones de subordinación. En efecto, lo significado ha sido mezclado con lo referente, y de ahí que un conjunto de significados hayan sido tomados como inherentes en la naturaleza real de las mujeres mismas. Reconfigurar el referente como lo significado, y autorizar o salvaguardar la categoría de las mujeres como un sitio de posibles resignificaciones, es expandir las posibilidades de lo que significa ser mujer, y en este sentido condicionar y posibilitar un sentido de agencia más amplio."
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